La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 24




Capítulo 24

La poca luz que entra por la cueva hace que abra los ojos. Está comenzando a amanecer. Mis pensamientos viajan a lo ocurrido ayer y me tenso, me tenso, me angustio y me pongo nerviosa. Recojo con rapidez las cosas de la cueva y las meto en la mochila. Doy un último vistazo y salgo de allí rumbo a la cornucopia.

Espero que no sea tan ingenuo como para pensar que me iba a quedar aquí sola mientras él iba al banquete sin saber si quiera si va a salir con vida. Si ha pensado en que me quedaría es que no me conoce realmente. No pienso abandonarle, no quiero ni tampoco soy capaz de hacerlo. Puede que para él yo ya no sea nada, pero para mí sí. Voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que lo prometido se cumpla, se cumpla y él se salve.
En mi mente solo existe estas palabras: “Tiene que salvarse. Sin él no puedo vivir. Voy a salvarle”.


Al llegar a la cornucopia me detengo en la linde del bosque, ocultándome de los demás gracias a los arbustos. Miro en todas direcciones intentando averiguar dónde puede estar Cato. Sabe como esconderse y que a la vez sea un lugar donde poder ver todo lo que ocurre en la pradera. Intento encontrar el lugar ideal que cumpla esas características, hasta que al fin lo encuentro y con mucho sigilo, manteniéndome alerta, me dirijo hasta allí para buscarle.

Al llegar miro por la zona hasta que unas manos me tapan la boca por detrás. Mis instintos se ponen alerta y me pongo tensa. Intento zafarme del agarre pero la otra mano de la persona que tengo detrás se posa en mi cintura, llevándome hacia atrás y pegándome a su cuerpo. Con este gesto sé que es un chico, es grande. Sólo espero que no sea el del distrito 11.

       -          Shhh – dice el chico que tengo detrás – soy yo – sigue diciendo mientras destapa mi boca y deja que me gire para mirarle.
       -          Cato – respondo aliviada – me has dado un susto de muerte – y sin poder evitarlo le abrazo.
        -          ¿Qué haces aquí? – me pregunta al separarnos confuso.
       -          ¿De verdad pensaste que iba a dejar que vinieses aquí solo? – le pregunto un poco indignada.
       -          No, claro que no, me lo había imaginado – me dice mientras una de sus manos deja una caricia sobre mi mejilla – pero debiste hacerme caso Clove – sigue diciendo.
        -          Lo sé, pero vamos a salir juntos de aquí, vamos a ser un equipo unido – digo mientras agarro sus manos con las mías – lo haremos todo juntos – respondo firme.

Cato me mira dudando, lo noto en sus ojos aunque quiera aparentar endereza. Me sigue mirando durante unos segundos más hasta que al final asiente, sabiendo que no va a hacerme cambiar de opinión.

Nos pasamos el resto del tiempo intentando trazar un plan y observando a nuestro alrededor. No he podido dejar de pensar en su cercanía, en lo que es capaz de hacerme sentir sin ni siquiera tocarme. Le miro de reojo y veo esa expresión de concentración que siempre me ha cautivado, la manera en la que frunce el ceño, mira fijamente con esos ojos azules, la mandíbula tensa y el cuerpo siempre alerta, esperando para atacar en cualquier momento. En una de las tantas veces que le miro me pilla, deja de lado la expresión que tiene para regalarme esa sonrisa ladeada con la que me tiene ganada siempre.

¿Cómo podría vivir sabiendo que le deje atrás? La respuesta es que no podría, mi vida no tendría sentido.

Un ruido hace que de repente nos tensemos y acechemos el claro en busca de algún tributo. Es la chica del distrito 5, sale de la cornucopia corriendo, coge la bolsa con su número que acaban de aparecer en una mesa y sale corriendo. La dejamos irse, pero en cuanto la veo salir esta vez no puedo quedarme quieta.

         -          ¿A dónde vas? – me pregunta Cato cuando ve que levanto y me dispongo a ir tras ella.
           -          Voy a por ella – le respondo firme.
        -          No, Clove – me dice – voy yo – sigue diciendo mientras me coge del brazo para retenerme.
        -          No – respondo mientras me suelto de su agarre – yo voy tras ella, tú recorre el perímetro y busca al del 11 – le miro una última vez y salgo corriendo tras Katniss.

La alcanzo cuando está llegando a la mesa con las bolsas y lanzo uno de mis cuchillos contra ella. Corro hasta ella y la empujo para que caiga al suelo. Forcejeamos durante un rato hasta que al final me impongo sobre ella, sentándome encima de Katniss impidiendo que pueda moverse.

         -          Vaya, vaya, vaya, al final he conseguido atraparte – suelto mientras me río, quiero intimidarla y que no veo lo aterrada que estoy - ¿dónde has dejado al enamorado? – pregunto con ironía.
           -          Está aquí y pronto llegará – me contesta intentando zafarse de mi agarre.
           -          Lo dudo mucho, Cato lo está cazando – digo mientras sonrío - ¿qué hay en la bolsa? ¿La medicina para tu enamorado? No creo que dure mucho, Cato sabe dónde cortar – respondo.

Me entretengo jugando un rato con mis cuchillos, rozando la piel de su mejilla con ellos.

          -          ¿Sabes? Voy a matarte muy lentamente, les daremos el espectáculo que quieren – digo mientras aprieto un poco más el cuchillo frente su mejilla, deseando que si la mato, aunque no se lo merezca, nos dejen un tiempo tranquilos antes del final o que si llega no sea peor – Igual que cuando matamos a esa niña, ¿cómo se llamaba? Rue – digo riendo – será un buen…

Siento como alguien me agarra con fuerza alzándome en el aire y estampándome con fuerza contra el hierro de la cornucopia. Me quedo por un momento sin aliento.

          -          ¿Fuiste tú? ¿Tú mataste a Rue? Solo era una niña – dice gritando el chico del distrito 11 que era compañero de Rue, ese chico grande y fuerte con el que no tengo nada que hacer - ¿Le ibas a hacer a ella lo mismo que a Rue? – vuelve a preguntar gritando mientras me zarandea.
         -          Yo no fui – le contesto mientras las lágrimas comienzan a surcar mi cara ya que me está haciendo daño – yo no fui, fue el chico del 1, por favor suéltame – suplico porque no quiero morir.
          -          Vas a pagarlo – me dice con furia – voy a matarte – sentencia.
       -          ¡CATO! ¡CATO! – grito con todas mis fuerzas esperando que me oiga y venga a salvarme - ¡AYUDA CATO! – sigo gritando pero nadie aparece.
          -          Estás muerta – me dice el chico del 11.

Se acerca hacia mí mientras me sigue dando golpes, veo como coge una piedra del suelo y sé que ha llegado mi final. Lo es sin ninguna duda. Esto se acabó.










Hola amores!!

Aquí tenéis un nuevo capítulo que espero que os haya gustado. Primero de todo me gustaría disculparme por la gran ausencia que he tenido y que no me ha dejado escribir nuevos capítulo y por ende publicarlos. Espero que podáis perdonarme. También espero poder subir más de seguido porque a esta novela le quedan poquitos capítulos para terminar. Muy pocos.

Espero como siempre vuestros comentarios sobre lo que os ha parecido.

Muchas gracias por leer y por la paciencia.

Besos, María.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La verdadera historia de Cato y Clove - Epílogo

La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 10

La verdadera historia de Cato y Clove - Personajes