La verdadera historia de Cato y Clove - Epílogo




EPÍLOGO


Mantengo los ojos cerrados un poco más, esperando a que un rayo de sol, la brisa, el sonido del agua o sentir la hierba bajo mí para saber que sigo en la arena, que Peeta, que Cato están vivos. Pero en vez de eso me encuentro con una temperatura normal, ningún rayo de sol me despierta y unas sabanas tapan mi cuerpo.

Abro los ojos y miro mi alrededor, estoy en el cuarto del edificio donde estaba antes de ir a los juegos, en la planta dos. Llevo puesta una camisa y pantalones cortos vaqueros, no tengo ganas de levantarme pero necesito saber que pasa, qué es lo que ha pasado. Me levanto y voy al salón para encontrarme con Brutus, Enobaria y Annia. Cuando me ven se levantan.

       -          No – digo antes de que hagan cualquier cosa – no quiero aplausos, ni chillidos, ni felicitaciones – digo con la voz ahogada – no he ganado nada – vuelvo a decir – más bien lo he perdido todo – susurro para mí misma.

Todos se miran y Annia se acerca a mí con los brazos abiertos.

          -          Lo sabemos – es lo único que dice.

La abrazo pero no lloro, no me quedan más lágrimas, las he derramado todas, no puedo más.

       -          Clove – dice separándose de mí – tenemos que arreglarte para la entrevista y la coronación.
          -          ¿Y Katniss? – pregunto queriendo saber si está bien.
          -          Se reunirá contigo en la entrevista – me dice Enobaria – ahora toca la entrevista.

La entrevista. Se me ponen los vellos de punta solo de pensarlo, volver a vivir todo, las muertes, las perdidas. Los miro a los tres con ojos implorantes pero no me pueden ayudar, no pueden hacer nada, ellos también son peones en estos juegos y con esas miradas me dicen que esto aún no ha terminado.

De la mano de Annia llego al centro de belleza, el equipo se tira encima de mí llorando desconsoladamente, intento no oír lo que me dicen por si lo mencionan, simplemente sonrío.

Me peinan, me maquillan y me visten, ni si quiera quiero verme en el espejo y ver cómo voy vestida. Todas mis heridas ya son cicatrices, no me duele absolutamente nada pero la peor herida irreparable es la que tengo en el corazón, algo que jamás podré sanar.

Cuando terminan se despiden de mí con unas sonrisas y entra Annia. Me acomoda el pelo y me sonríe.

          -          Sabía que podías ganar – me dice con una leve sonrisa.
         -          No he ganado, he perdido – digo de manera neutra – no me queda nada por lo que volver a casa – le respondo.
        -          Si que te queda Clove, tu hermano, tus padres, Laila… - me mira como si quisiera decirme algo más pero no sabe cómo – todavía queda un largo camino que recorrer – susurra para que solamente yo pueda oírla.

La miro sin entender nada pero no digo nada, me quedo callada.

        -          ¿No te has mirado en el espejo? Estás espectacular Clove, ahora sí que eres una estrella – me dice Annia sonriendo.

Niego con la cabeza y me lleva hasta un espejo.

Delante de mí hay un precioso vestido largo al que arrastro un poco, la tela es transparente pero hay diamantes plateados como si estuvieran pegados a él, la caída del traje era transparente dejando ver mis piernas depiladas y brillantes. No tenía purpurina algo que me extraña ya que solemos ir demasiado extravagantes. También llevo unos simples pendientes de lágrimas y mi pelo rizado con hermosas ondas pero hay algo que hace que mi corazón se pare, sobre mi cabeza me han colocado una pequeña corona plateada. No llevaba mucho maquillaje y la verdad es que me gustaba mucho más este que el anterior. Para rematar el vestuario unos tacones plateados sobre mis pies.

         -          Antes de entrar a la entrevista, pulsa este botón – señala mi lado derecho de la cabeza.
            -          ¿Eso no es cosa de Katniss? – pregunto sin entender nada.
            -          Lo sé, las dos lo llevaréis – me responde sin darme ninguna explicación más.
            -          Es precioso, como siempre – respondo sonriendo.

Annia me acaricia la mejilla con ternura cuando la miro.

            -          Porque la que lo lleva es preciosa – me dice para después abrazarnos.
            -          Gracias por todo Annia – digo sinceramente.

Suspiro y después nos separamos.

            -          Es la hora – me dice.

Me llevan hasta el lugar de la entrevista con Caesar, el equipo me da los últimos retoques antes de que me llamen para la entrevista.

            -          Esta vez no sonrías – me dice Enobaria en cuanto aparece con Brutus.
         -          Simplemente levanta bien alto la cabeza para que la corona no se te caiga, solo sonríe cuando Caesar te salude – me dice Brutus mientras me guiña un ojo.
           -          Y recuerda darle al botón – sentencia Annia mientras intento acordarme de todo lo que me han dicho.

Tengo miedo de lo que me espera en la entrevista, tengo miedo de volver a revivir su muerte, pero salgo de mis pensamientos cuando Caesar dice:

           -          ¡Un fuerte aplauso a una de las ganadoras de nuestros 74º juegos del hambre! –grita con fuerza - ¡Clove Kentwell! – grita otra vez señalando en mi dirección.

Antes de que los focos me alumbren aprieto el botón que me habían dicho y mantengo la cabeza en alto sin sonreír. El público chilla emocionado aunque también hay muchos que lloran pero esa lástima es la que hace que levante aún más la cabeza, ya que no puedo soportar que me compadezcan. Llego hasta Caesar y me coge de la mano para darme una vuelta.

             -          Estás más brillante que la última vez – dice con una gran sonrisa.

Sonrío y me miro a la pantalla, sin palabras. Lo plateado pasan a ser cascadas de brillos plateados, todo mi cuerpo transmite una especie de brillantez y la corona hace más brillante mi vestuario, además se deja entrever un pequeño Sinsajo en la punta.

            -          Gracias, tú estás ¿más azul? – digo mientras Caesar y el publico ríen.

Sin embargo me cuesta hacer bromas, reír, sonreír, simplemente ya no puedo. Los chicos están todos sentados en los sillones rojos esperándonos a nosotros.

            -          Bueno, Annia, un vestido espectacular – sonríe  Caesar a Annia – y ahora demos un gran aplauso a la segunda ganadora de los 74º juegos del hable – dice mientras señala al otro lado por el que he llegado - ¡Katniss Everdeen! – grita con fuerza y el público aplaude eufórico.

Katniss aparece con un vestido precioso, dejando atrás esos vestidos de guerrera para pasar a unos de niña buena e infantil. Después de los saludos protocolarios nos sentamos en el sofá y nuestras miradas se cruzan. Nuestras miradas reflejan el mismo dolor que tenemos.

La primera hora hablamos sobre el tren, los entrenamientos, el desfile y las entrevistas, y si ya eso se me hace duro no quiero pensar en cuando tenga que ver los juegos y todo lo que pasó.

Cuando las luces se apagan y en la pantalla aparece el signo del Capitolio, el corazón se me encoje cuando la arena aparece ante mis ojos, y con ella, Cato. Veo como miro desesperada a todos lados buscándolo y lo recuerdo todo como si fuera ayer.

Todos rompen a llorar y a soltar sonidos sobrecogedores cuando Cato me saca arrastras mientras las rastrevíspulas nos perseguían y me lanzó al agua o cuando Katniss busca a Peeta por el lago. Pero sobre todo el momento en el que Cato me salva de morir en manos delLos ojos se me llenan de lágrimas y el corazón se me hace un puño, pero me acuerdo de no llorar.

Reviven nuestras historias, sobre todo salimos él y yo, como matamos a tanta gente, como nos peleamos pero también como nos buscamos, las noches despiertas pensando en él y él en mí, mis celos cuando lo veía con Glimmer, cuando nos dijeron que podíamos sobrevivir, mi mirada de enamorada cuando le veía mirar hacia otra parte, como me sonrojaba cuando me decía alguna cosa fuera de lugar.

Me gustaría poder apartar la mirada y no seguir viendo, pero cuando la aparto me encuentro con la mirada de Enobaria advirtiéndome. Aquello se me hace eterno, pero las lágrimas comienzan cuando llega la muerte de Marvel y de Rue, de esa pobre niña.

Aprieto los dientes una lágrima caprichosa recorre mi mejilla con lentitud haciendo más doloroso aquello. La gente escucha atenta como Katniss canta mientras Rue va perdiendo la vida. Si a mí me está parecido duro no quiero ni imaginar cómo lo debe de estar pasando Katniss.

Sale la última noche que pasamos juntos, todo lo que Cato me dice mientras yo dormía. Él quería morir, él quería morir mientras yo salía con vida. Todo lo que hizo durante los juegos era para salvarme, para llevarme de vuelta a casa. Miro sin dudar a Brutus y este me entiende en cuanto le miro, sabe que he entendido todo lo que hizo por mí.

Entonces, llega el momento, el que tanto he temido durante toda la entrevista, no quiero ver más, quiero levantarme de aquí y salir corriendo, no quiero revivirlo una vez más, pero tengo que quedarme, tengo que hacerlo.

Horrorizada y sin parar de llorar veo el momento en el que Cato y Peeta se interponen entre las lanzas y nosotras. Me veo caer de rodillas junto a él e intentar taponar su herida. Oigo todo lo que nos dijimos, de la promesa que me hizo prometer. Pero la peor parte de todas es cuando me dice:

          -          Te quiero pequeña.

Lágrimas surcan mi cara mientras sigo viendo como Cato y yo nos fundimos en el último beso.

Sollozo y mi pecho vibra del dolor que tengo. Caesar pone una mano sobre mi pierna en un gesto de comprensión pero no lo siento así. En el momento en el que grito desconsoladamente mi mano se agarra con fuerza a la de Katniss sintiendo su dolor y sintiendo que ella me comprende. Aunque no hayo consuelo, puesto que las de la persona que ahora mismo necesitaría son las de aquel chico que veo en la pantalla cerrando sus ojos, de aquel chico que me llamaba pequeña.

La luz vuelve otra vez al escenario haciéndome daño en los ojos pero no intento esconder mis lágrimas, sé que Annia habrá hecho un buen trabajo con mi maquillaje y no se habrá movido nada.

           -          Bueno chicas – empieza Caesar – este año han sido unos juegos muy emocionantes y emotivos, plagados de amor – sigue diciendo pero esta vez mirando al público - ¿en qué pensaste Clove para no querer seguir luchando? – me pregunta directamente.

Miro antes de responder a Brutus y Enobaria, quienes con una mirada me piden que mienta, que no revele mis verdaderas intenciones.

           -          En lo único que pensaba era en volver a casa los dos sanos y salvos – respondo de manera tranquila.
           -          ¿Y tú Katniss? – pregunta esta vez a mi compañera.
         -          Lo mismo que Clove, quería volver a casa con Peeta – responde como puede para intentar sonar segura y fuerte, pero ambas sabemos que ninguna de las dos lo está.
           -          ¿En qué pensabais cuando decidisteis morir las dos? – nos pregunta Caesar.
           -          En que no quería vivir en un mundo en el que no estuviera Cato – respondo con total sinceridad mientras el público rompe a llorar.

La entrevista continúa pero simplemente contesto con frases cortas carentes de emoción, lo único que me apetece es estar sola sin nadie observándome y centrando toda su atención en mí.

Al finalizar la entrevista todo el público llora consternado por los trágicos amantes de estos juegos. Caesar nos dirige una mirada llena de lástima pero aparece el presidente Snow junto a dos niños con almohadas, encima de estas, las coronas de vencedoras. Cuando se acerca a mi lado con una sonrisa fingida me dice:

         -          Bueno, ya veo que tienes una corona pero puedes quitártela y ponerte esta – me sigue diciendo mientras sonríe.

Entonces se me ocurre una idea bastante descabellada. Sonrío de manera encantadora y me quito el rastro de lágrimas que me quedan sobre mis mejillas, levanto aún más la cabeza y le respondo:

         -          Tengo mucha cabeza, me caben las dos – suelto sin más, ya que como no puedo decir todo lo que me gustaría al menos que sepa que no estoy nada contenta.

A Snow le flaquea la sonrisa pero coge la corona y con la sonrisa de antes me responde:

          -          Si insiste – pero soy capaz de leer entre líneas, sabiendo en que en realidad es una amenaza.

Me pone la corona y el público aplaude. Después pasa a Katniss con la que tiene también un par de palabras, ganándose así también una amenaza. Vamos a ser sus blancos.

Al acabar con la ceremonia nos llevan a la mansión de Son donde voy pasando de vigilante a vigilante, de patrocinador en patrocinador, hasta que el sol comienza a salir que es cuando volvemos al edificio de entrenamiento para dormir, a pesar de que tenía ganas de hablar con Katniss, pero creo que no quieren que tengamos un tiempo nosotras dos solas.

Al final me quedo dormida pensando una y otra vez, en que mañana tendré la última entrevista y todo habrá acabado y podré volver a casa, esta vez sola.


Me levantan temprano, me rizan el pelo otra vez y me ponen una diadema negra, me ponen un vestido rosa pastel por encima de la rodilla, es de vuelo y demasiado tierno, no sé que pretenden. Annia me pone un gloss rosa claro, una raya negra en los ojos resaltándolos aún más y me pone colorete rosado, además de unos tacones rosas. Cuando termina me miro al espejo y parezco una niña pequeña, nada comparado con la estrella que parecía ayer.

            -          Parezco muy… - intento decir a Annia buscando una palabra para definirme.
            -          ¿Infantil? – me dice sonriendo.
            -          Sí – respondo sin entender este cambio.
            -          Bueno hemos decidido que hoy toca resaltar tu lado más tierno – me responde.

Anoche no me dijeron nada, pero sé que metí la pata hasta el fondo al tener ese acto delante de toda Panem y frente a frente con el presidente Snow, pero estaba furiosa y la ira me invadió. Marvel y Glimmer no tuvieron la culpa de Rue o de los demás niños, Cato y Peeta no se suicidaron. Ellos no lo hicieron, fueron los vigilantes y Son, estos malditos juegos.

Nos dirigimos a la entrevista, esta vez solo estaremos Caesar y yo. Annia me termina de retocar y me coloca un collar de un Sinsajo, algo acorde con Katniss, para que se vea que estamos unidas.

             -          Sonríe – me susurra Annia antes de salir al plato.

Caesar y yo nos sentamos y comienza la entrevista, el público aplaude enloquecido al verme.

           -          Bueno, Clove – sonríe Caesar – hemos podido comprobar todos que estos juegos no han sido nada fáciles para ti – me dice.

Intento relajarme y no decir ninguna tontería.

             -          No, la verdad es que no – sonrío.

Intentamos bromear y reír junto al público, aunque para mí no está siendo nada fácil. La entrevista sigue su curso hasta que llega la parte más dura.

           -          Nadie puede ignorar el hecho del amor que había entre el joven Cato y tú – la sonrisa me flaquea e intento contener las lágrimas - ¿cómo sucedió? Es decir, ¿ese amor que tenías cuando apareció? Porque él estaba con Glimmer – me dice mientras el público asiente con ganas de saber la respuesta.
          -          ¿La verdad? – pregunto y todo el mundo asiente impaciente – Cato y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y nuestra relación empezó antes de venir a los juegos, pero lo dejamos para que no interviniera nuestro amor en la arena – mis ojos se cristalizan y el pulso se me acelera mientras le recuerdo.
               -          ¿Cómo te sentiste con lo de Glimmer? – me pregunta.
              -          La verdad es que me sentí rota y herida – digo sincera – pero recordé sus palabras antes de entrar a la arena, me dijo que no olvidará que me quería – sonrío con tristeza.

Caesar me mira con tristeza.

                -          Fue muy duro decirle adiós, ¿verdad? – me pregunta triste.
           -          La verdad es que sí, no podía creerme lo que estaba sucediendo, yo estaba dispuesta a morir por él, lo tenía claro y luego… luego ya no estaba junto a mí – respondo entrecortadamente.

Caesar me mira tristemente y sigue con la entrevista haciéndose eterna para mí, intenta no mencionar a Cato y se lo agradezco aunque no siempre puede, ya que la gente quiere conocer más.

Cuando al fin termina se puede decir que huyo corriendo hasta la salida. Luego nos dirigimos hasta el edificio de entrenamiento para despedirnos, pues tengo que coger un tren rumbo al distrito dos.

             -          Recuerda Clove, que eres una estrella – me dice Annia mientras nos separamos de abrazar – y las estrellas brillan por su propia luz – termina de decir mientras nos despedimos.
             -          Gracias por todo Annia – contesto mientras me separaba de ella.

Me subo al tren y todos los sentimientos emergen de nuevo, invadiéndome y rompiéndome poco a poco el corazón. ¿Ahora qué vuelvo a casa que haré? ¿Qué voy a hacer sin él?


Me siento en el tren, mirando por la ventana, ese tren en el que iniciamos todo y que ahora se encuentra vacío, vacío sin él, sin Cato. Veo como corre el paisaje delante de mí y tengo la sensación, de que esto, esto que ha pasado, aún no ha terminado.









Hola amores!!

Aquí tenéis el último capítulo, el epílogo. ¿Os esperabais este final? ¿Os ha gustado? Espero como siempre que os haya gustado y que dejéis vuestros comentarios con lo que os ha parecido.

Creo que el final lo ha dejado bastante claro pero si no lo habéis pillado, habrá una segunda temporada, aunque aún no sé cuando empezaré con ella, ya que tengo algunas historias empezadas que me gustaría terminar antes. Iré escribiendo poco a poco sobre ella y cuando vea que tengo bastantes capítulos adelantados iré subiendo, pero os prometo que tendréis segunda parte. Cuando eso ocurra os avisaré por aquí, para que vayáis a la nueva historia, ya que no lo subiré en la misma novela, sino que crearé una nueva.

¿Qué os parece la idea? ¿Qué creéis que pasará en la nueva temporada?

Muchas gracias a todos por leer y comentar, nos veremos pronto, lo prometo.

Un beso,

María.

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