La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 22




Capítulo 22



Ha pasado un día entero, un día entero sin ver a Cato y la verdad es que ahora mismo no quiero verle. No le necesito para sobrevivir. Aún así… Aún así le echo de menos.

El himno suena con fuerza sobre la arena y comienzan a aparecer las fotos de los caídos. Miro atenta por descubrir que ha pasado y la primera imagen que veo es la de Marvel.

Una lágrima traviesa surca mi cara, lo siento por é, no se merecía estar aquí, era un chico bueno, simpático, carismático. No se lo merecía, como ninguno. A pesar de que conocía sus intenciones, quería tener algo conmigo para ganar patrocinadores, para que cayera a sus pies y dar mi vida por él. Pero sobre todo para sacar de sus casillas a Cato.

Lo siento por él. También veo a la niñita del distrito 11, la que ayudó a Katniss cuando las abejas. Otra víctima de esta atrocidad, pero no podemos hacer nada, no podemos y es una auténtica mierda.  Y ahí se acaban las muertes del día de hoy. Me sorprende ver que no está Peeta, pero me alegro de que así sea.


Me despierto por un gran aguacero. Intento refugiarme entre unos árboles densos. Así paso la mayor parte de la mañana hasta que el sonido de las trompetas me sobresalta de mi tranquilidad. ¿Qué pasará ahora?

          -          ¡ATENCIÓN TRIBUTOS! – se oye la voz de Caesar – Ha habido una nueva regla – sigue diciendo.

¿Cómo que nueva regla? Que yo sepa solo había tres. La primera, no salir de la zona de la plataforma antes del tiempo, porque el suelo está lleno de minas. La segunda, es que podemos matarnos con cualquier cosa, no hay límites. Y la tercera, creo que la más importante, la de sobrevivir o morir.

¿Y ahora una nueva? No entiendo nada.

          -          Las reglas han cambiado – vuelve a decir para que nos quedara bien claro y de que le estamos escuchado – La regla que exige un solo vencedor ha sido suspendida. Desde ahora podrá haber dos vencedores si ambos provienen del mismo distrito – anuncia Caesar – Este será el único anuncio – dice finalmente.

¿Qué? ¿Cómo? Tras oír el anuncio tengo que sentarme en el suelo. Escondo mi cara entre las piernas sin poder creérmelo. Esto no entraba en mis planes, no lo hacía, yo ya me había resignado a morir y ahora… Ahora los dos podíamos salir, los dos podíamos sobrevivir.

Pero… Después de todo lo que ha pasado…

De repente escucho una voz a lo lejos, no puedo descifrar de quien se trata pero no quiero arriesgarme así que me escondo mejor. No quiero ningún imprevisto. Los pasos se acercan más y más.

       -          ¡Clove! – me llaman - ¡Clove, por favor! ¿Dónde estás? – sigue la persona preguntando por mí.

Y la persona que me llama entra en mi campo de visión, lo veo aparecer desde el otro lado donde estoy. Cato mira por todos los lados, le veo desesperado y también con algún que otro rasguño. ¿Qué le habrá pasado?

Grita de frustración y se tira al suelo, cae de rodillas desesperado.

No sé si me voy a arrepentir de lo que voy a hacer pero salgo de mi escondite, ando unos pasos y me voy acercando poco a poco a él. Cato levanta la mirada y se topa con la mía. Sus ojos se abren sorprendidos y se levanta poco a poco.

             -          Clove – dice sorprendido mientras da unos pasos en mi dirección.
             -          Cato – le respondo seca mientras muestro mis cuchillos haciendo que él pare.

Cato vuelve a andar sin importarle que este armada.

          -          Para – le digo – no te acerques más. Te dije que la próxima vez que te viera te mataría.
             -          Sé que no lo harás Clove – me responde – sé que no.

No le respondo y finalmente llega hasta mí. Me coge de las manos a pesar de que intento zafarme de él.

            -          Lo siento – me dice – lo siento, soy un completo gilipollas. Perdóname Clove – me dice.
             -          Sí que eres un gilipollas Cato, pero no voy a perdonarte – le suelto – He dejado que me veas simplemente porque han cambiado las reglas y ahora te necesito para salir de la arena – le respondo.
             -          Clove… – me mira y en sus ojos veo dolor, le han dolido mis palabras.
             -          No Cato. Ahora solo me interesa salir de aquí  - le vuelvo a decir.
             -          Juntos – me dice mientras me acaricia la mejilla.

Mi mirada viaja hacia la suya y ante su toque, ante su roce no puedo evitar temblar. ¿Por qué? Porque aún le quiero, aún sigo enamorada de él.

Las gotas de agua siguen cayendo sobre nosotros, pero a ninguno de los dos nos importa, simplemente nos quedamos quietos, parados, mirándonos, intentando descifrar lo que pensamos, lo que sentimos y sin previos aviso… Cato rodea mi cuerpo con sus brazos y me estrecha contra él. Le oigo suspirar contra mi cuello y como después planta ahí un beso. Me estremezco solo de sentirlo y soy yo también quien inhala con fuerza, sintiendo su aroma, sintiendo como si estuviera de nueva en casa. Pero no lo estoy.

Cato se separa de mí y planta un beso en mi frente. Me coge de la mano y me arrastra hasta algún lugar. Yo simplemente me dejo guiar.

Me lleva a una cueva cerca del río. Entramos y Cato enciende una hoguera para poder secarnos y entrar en calor. Se quita la camiseta y veo un corte bastante feo en su torso. Me acerco hasta él y paso mi mano cerca de la zona. Alzo la mirada y nos miramos. Me aparto y voy hasta la mochila y cojo todo lo necesario para curarle.

Mientras le curo la mirada de Cato no deja ni un instante de mirarme, está atento a todos mis movimientos. Coge la gasa que tenía en la mano y deja que caiga al suelo. Después me levanta la mirada, se acerca poco a poco y posa sus labios en los míos. Me besa lentamente, disfrutando del momento. Nos separamos para coger aire. Le miro sin saber que hacer así que huyo de él y me tumbo cerca de la hoguera para poder dormir algo.

Le oigo suspirar frustrado. Después de unos segundos siento como se tumba a mi lado y se mete en mi saco, ya que él perdió el suyo. Aunque la verdad es que no me importa mucho. Siento como su mano recorre mi cintura y se queda allí, abrazándome. Instintivamente pego mi espalda a él y me aferro al brazo que me rodea. Cato apoya su frente en mi espalda y deja un beso en el hueco de mi cuello. Y así de esta manera me quedo dormida.
Así, sin más, sin importarme lo que me deparará mañana, porque ahora mismo, aunque estoy enfadada, no quiero estar en otro sitio que no sea en sus brazos.

Un pequeño atisbo de tranquilidad antes de la tormenta que se avecina. Y aún… aún no estoy preparada para lo que viene. Para perderlo todo… o ganarlo todo.












Hola amores!!!

Aquí tenéis un nuevo capítulo ¿qué os ha parecido? ¿qué creéis que va a pasar a continuación?

Espero como siempre vuestros comentarios.

Gracias por leer y comentar.

Besos, María.


Comentarios

Entradas populares de este blog

La verdadera historia de Cato y Clove - Epílogo

La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 10

La verdadera historia de Cato y Clove - Personajes