La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 23
Capítulo 23
El claro de la mañana hace
que me despierte. Me giro para poder ver a Cato dormir. No voy a mentir pero me
encanta ver esa imagen por las mañanas. Al hacerlo me sorprendo al no verle.
¿Dónde estará? Está herido y
no puede salir así por ahí fuera.
¡GONG!
No, no, no.
Me levanto rápidamente y
salgo corriendo de la cueva. Alguien acaba de morir. Espero que no sea él, por
favor que no sea él.
A pesar de todo, no quiero
perderle.
No puedo.
Corro y corro llamándole
pero no obtengo ninguna respuesta. Me estoy desesperando y comienzo a
hiperventilar. Esto es malo, muy malo. Me sudan las manos y de esta manera no
puedo defenderme si alguien me ataca, los cuchillos no serían certeros.
Sigo llamándole hasta que de
repente me choco con alguien. Al levantar la vista le veo. Sus ojos me miran
preocupados. No me contengo y salto a sus brazos para abrazarle. Cato me
sostiene con fuerza y no deja que me caiga.
Entre sus brazos intento
relajarme, pero finalmente rompo a llorar. Llevaba un tiempo reteniéndome pero
en cuanto lo he sentido, en cuanto he visto que estaba bien, no he podido
contenerme. ¡Dios! No sabéis lo mal que lo acabo de pasar.
Cato me baja con cuidado
pero aunque nos separamos, no deja que nos alejamos el uno del otro, ya que
posas sus manos en mi cintura.
-
Pensé que te había
perdido – le digo como puedo.
Cato no dice nada ante mis
palabras, simplemente una de sus manos viajan hasta mi mejilla. La posa allí y
me acaricia, para después alzarme la mirada.
-
Estoy aquí – me responde
mientras sus ojos preocupados me observan.
-
Al no verte al
despertar y después oír el cañonazo pensé que eras tú – le digo sinceramente
intentando dejar de temblar.
-
¿Tan débil me ves? –
me pregunta riéndose para intentar calmar el ambiente.
-
¡No te rías Cato! –
le reprocho mientras le doy un golpe en el pecho – Estás herido ¿Cómo se te
ocurre? – le pregunto regañándole.
-
Quería inspeccionar un
poco la zona – me dice mientras que la mano que estaba en mi mejilla pasa a
acariciar mi hombro y mi brazo.
-
Podías habérmelo dicho
al menos – le sigo diciendo.
-
Estabas cansada y muy
mona durmiendo – dice mientras muestra su sonrisa ladeada y yo no puedo evitar
ponerme roja.
-
Da igual Cato – sigo –
Tú estás herido, tenía que haber ido yo, tú no estás en condiciones y… -
intento decir pero me corta.
-
¿Estabas preocupada
por mí? – pregunta sorprendido.
-
¿Qué? – intento recomponerme
a su pregunta.
-
Estabas preocupada
por mí – afirma esta vez mientras esa sonrisa endemoniada volvía a salir.
¿Por qué su sonrisa le hace
estar jodidamente sexy? ¿Por qué?
-
Yo… - no sé cómo
seguir por lo que bajo la mirada y me pongo roja de la vergüenza.
-
Clove – me dice
suavemente.
Le miro a los ojos, a sus
ojos azules y me muestran esa mirada que tanto había extrañado. Esa mirada que
me brindaba antes de venir a los juegos. Y sé, ahora sé que el Cato del que me
enamoré, el Cato que me dijo que me quería aún seguía allí.
Pero simplemente con esto no
solo basta.
Volvemos a la cueva y comienza
otra vez a llover, no sé qué les pasa a los vigilantes con la lluvia. ¿Qué
pretenden conseguir con este tiempo de mierda? Así no vamos a ir a buscarnos
para matarnos entre nosotros, la verdad. Aunque para mí mejor, a Cato le da la
oportunidad de recuperarse de su herida y de descansar.
Pasamos la tarde allí
metidos, sin hacer nada. Juego con mis cuchillos mientras siento su mirada
clavada en mí todo el tiempo. Está analizando cada movimiento que hago y no sé
por qué.
-
¡Atención tributos! –
se oye de repente haciendo que nos sobresaltemos y prestemos atención – Mañana por
la mañana al amanecer habrá un banquete en la Cornucopia. No es una ocasión
normal, ya que todos vosotros necesitáis algo urgentemente. Queremos ser buenos
anfitriones – termina por decir Caesar.
Me quedo pensando en qué es
eso que Cato y yo necesitamos pero no sé que puede ser. Lo único que yo quiero
es que salgamos los dos con vida de esto. Solo pido eso.
-
Iré mañana – dice Cato
mientras va a preparar su mochila.
-
¿Qué? – le pregunto
incrédula – No, tú no vas a ninguna parte – le digo mientras me levanto del
suelo.
Voy hasta él y le quito de
las manos la mochila.
-
Clove, dame la
mochila – me dice serio.
-
No – le digo – No vas
a ir y punto – digo.
-
Voy a ir te guste o
no – me dice.
-
No necesitamos nada
para ganar, lo tenemos todo, somos los más fuertes – le digo intentando
esconder la mochila tras la espalda.
-
Dámelo Clove – dice intentando
coger la mochila.
-
¿Por qué quieres lo
que nos van a dar? – le pregunto.
-
Porque lo necesitamos
– responde.
-
Yo no lo necesito –
le digo – lo necesitas tú ¿Qué es eso tan importante? ¿Qué es? – digo casi
gritando desesperada.
-
No tienes porque
saberlo – me respondo.
Me quedo quieta, en shock y
Cato aprovecha para quitarme la mochila. Le veo organizar todo y yo sigo ahí
quieta. ¿Qué se supone que es lo que le van a dar? ¿Será un arma? No lo sé.
Acaba de ponerse la chaqueta
y me mira. Yo le devuelvo la mirada. Se dirige hacia la salida. ¿Se va? ¿Se va
a ir sin decirme nada?
-
¿A dónde vas? – le pregunto
casi en un susurro y Cato se detiene en la entrada de la cueva.
Se gira para mirarme y se
acerca poco a poco a mí. Se para frente a mí y me mira a los ojos.
-
Voy a ir a buscar el
obsequio. Quiero estar preparado y ver los alrededores, las posibles oídas y
escondites – me dice.
-
Pero… - intento decir
preocupada aunque la voz no me sale.
-
No quiero que salgas
de aquí hasta que vuelva mañana – me dice.
-
Pero Cato… - pero no
me deja seguir.
-
Por favor Clove – me suplica
– Haz lo que te pido. Necesito saber que vas a estar a salvo.
Asiento porque sé que no va
a servir de nada discutir. Se acerca a mí y nos miramos a los ojos. Decimos
todo lo que no podemos decir con palabras y finalmente Cato me da un beso en la
frente y se va. Se aleja.
Y me doy cuenta de que no sé
si voy a verle de nuevo.
Llega la noche y yo sigo en
la cueva. He seguido lo único que me ha pedido, pero estar aquí dentro me está
destrozando, no puedo estar aquí sin hacer nada. Necesito saber que está bien.
¡Dios! ¿Por qué me hace
esto?
Me meto en el saco
intentando dormir un poco, pero no puedo. No para de pensar en lo que puede
pasar mañana, en las posibilidades que puede haber y todas me llevan a lo
mismo. A que hagan daño a Cato y no puedo permitirlo.
Antes del amanecer estaré
allí. De esta tenemos que salir los dos juntos.
No le dejaré solo y cumpliré
mi objetivo en la arena si hace falta.
Y con esos pensamientos me
quedo dormida, esperando al día de mañana. Donde todo comenzará y todo
terminará o eso quiero creer.
Narra Cato:
Dejarla ahí ha sido una de
las cosas más duras que he tenido que hacer en mi vida. Pero tenía que ser así.
Necesito lo que mañana habrá en el banquete. Lo necesito si quiero seguir con
mi plan.
Y mirando al cielo
estrellado me quedo durmiendo, pensando en ella, en ella y en lo que pasará
mañana.
Hola amores!!
Aquí tenéis un nuevo capítulo que espero que os haya gustado. ¿Qué os ha parecido? ¿Qué creéis que va a pasar en el banquete de la Cornucopia?
Espero como siempre también vuestros comentarios.
Gracias por leer y comentar.
Besos, María.
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