La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 30
Capítulo 30
Miramos a las dos personas que tenemos enfrente y no lo dudamos ni un
segundo cuando saltamos hacia ellos dispuestos a acabar con esto y volver a
casa victoriosos. Cato va directo a Peeta por lo que yo me centro en Katniss.
No dejo que use su arco por lo que la pelea es cuerpo a cuerpo, fuerza
contra fuerza. Todo lo que pasaba a nuestro alrededor dejó de existir, sólo
estábamos ella y yo. Cato y Peeta quedaron en un segundo plano, de igual manera
que los mutos. Solo queríamos ganar, ganar y morir para poder estar más cerca
de casa.
Katniss consigue dar un golpe certero que hace caiga al suelo, se coloca
sobre mí inmovilizándome para después colocar sus manos sobre mi cuello para
ahogarme. Poco a poco dejo de ser consciente de lo que hay a mí alrededor, los
sentidos se me embotan y cada vez respiro con mayor dificultad.
Pero no puedo rendirme ahora, ahora no, tengo que salvarlo, tengo que
hacerlo. Así que con toda la fuerza que saco consigo agarrar uno de mis
cuchillos y clavárselo en la pierna, logrando así que me soltara. El grito de
Katniss hace que los chicos nos miren. Al verme levantarme Peeta no lo duda ni
un momento y se lanza contra mí, tirándome otra vez al suelo. Pero no consigue
hacer nada más porque Cato lo coge de la chaqueta y lo aparta de mí lado para
lanzarlo al otro lado de la cornucopia.
Me ayuda a levantarme y me observa en silencio, de la misma manera que
yo a él, intentando averiguar si está herido o no.
Nuestras respiraciones son rápidas e irregulares, tenemos varios cortes
por nuestros cuerpos pero nuestros rivales no se quedan atrás. Peeta y Katniss
nos miran desde el otro lado, esperando nuestro ataque.
Les miro a los dos y después a Cato. ¿Qué narices estamos haciendo? ¿Por
qué tenemos que morir? ¿Por qué tenemos que hacer esto? Ellos no tienen la
culpa de esto, nosotros tampoco. Solo nos regimos por lo que el Capitolio nos
dice. ¿Por qué debemos seguir con esto? Ellos no son los enemigos, ellos no son
los culpables de todo esto, de estos juegos, de este sufrimiento. ¿Por qué seguir?
-
No – digo en voz alta mientras sigo pensando.
-
¿Qué? – me pregunta Cato desconcertado e de igual manera
me miran Peeta y Katniss.
-
No quiero seguir luchando – miro a Cato – no quiero, no
quiero seguir matando, yo no soy así – sigo diciéndole.
-
Pero… si no luchas… - me dice Cato con el rostro
descompuesto por el miedo.
-
Lo sé y no me importa morir – sentencio.
Los tres pares de ojos me miran incrédulos y más si cabe cuando dejo
caer mis cuchillos al suelo. Pero para sorpresa de todos Katniss hace lo mismo
con su arco.
-
Ella tiene razón – dice mientras me mira directamente –
nosotros solo somos peones, no merecemos esto – dice mientras mira a su
compañero.
Peeta suelta la espalda y más tarde lo hace Cato más receloso pero al
final acepta la decisión. Nos bajamos de la cornucopia al ver que todos hemos
tomado la misma decisión.
-
No vamos a luchar – grita Katniss al cielo sabiendo que
nos están viendo y escuchando – no lo haremos.
No se escucha nada, ni una voz, ni una trompeta ni nada. Nos tensamos al
momento por este silencio tan atroz. No sabemos qué va a pasar, que van a hacer
los vigilantes.
De repente un ruido ensordecedor nos hace ponernos alertas y lo
siguiente que siento es como Cato me empuja haciéndome caer al suelo.
Desconcertada me levanto y lo que mis ojos ven hacen que mi mundo se derrumbe.
Cato y Peeta, los dos están atravesados por lanzas. Nos han apartado de
la trayectoria que claramente iba hacia nosotras, pero ellos se interpusieron.
Mis lagrimas comienzan a surcar por mi cara mientras me acerco a Cato
corriendo. Me arrodillo en el suelo mientras intento parar la hemorragia que
sale de su pecho. Intento quitarle la lanza pero sus manos me detienen.
-
No – me dice Cato como puede mientras tose.
-
Cato por favor – digo mientras lloro – esto no puede estar
pasando, no puede, por favor – digo entrecortada mientras sigo presionando en
la herida.
-
¿Clove? – me llama Cato y le miro – ven por favor – me
dice suavemente.
Me acerco lentamente intentando no pensar en que se está marchando, se
está muriendo y no puedo, no puedo vivir sin él.
-
Se me acaba el tiempo pequeña – me dice con dificultad.
-
No me digas eso Cato, ahorra fuerzas ¿vale? – le digo
como puedo – vas a salir de esta – sigo diciendo.
-
No pequeña – me dice mientras me acaricia la mejilla para
apartarme el pelo de la cara y poder mirarme a los ojos – prométeme una cosa
Clove – me dice.
-
¿Qué? – le pregunto mientras sigo llorando y le acaricio
la cara.
-
Prométeme que vas a volver a casa, que vas a ganar y que
vivirás una vida larga y maravillosa – me dice mientras limpia las lagrimas que
siguen traviesas por mi cara.
-
No puedo Cato, no puedo vivir en un mundo en el que tú no
estés – le confieso.
-
Por favor Clove – me suplica.
-
Te lo prometo – digo mientras le aparto el pelo de su
frente.
-
Te quiero pequeña – me dice mientras veo como la luz de
sus ojos azules se va apagando.
-
Y yo a ti – le contesto mientras me inclino y deposito un
beso sobre sus labios.
Cuando me separo de sus labios Cato ya se había ido.
-
¡NOOOOOO! – suelto un grito desgarrador.
Mi dolor va en aumento mientras mi corazón poco a poco se va rompiendo.
Me abrazo a su cuerpo mientras sigo llorando. Cierro los ojos y rezo porque
todo esto sea un sueño, rezo porque cuando abra los ojos esto no haya sucedido.
Oigo el cañonazo diciéndome que Cato estaba muerto y siento unos brazos
sobre mí para que me aparte del cuerpo de Cato. Me resisto como puedo pero al
final me separan de él. Miro a la persona que me ha agarrado y me encuentro con
los ojos llorosos de Katniss. Me había olvidado por completo de ellos. Cuando
miro a mí alrededor me encuentro con el cuerpo inerte de Peeta. Los habían
matado, a los dos.
-
Hazlo – me dice Katniss – cumple tu promesa y vuelve a
casa – me sigue diciendo sosteniendo un cuchillo en mi dirección.
-
No – le respondo seca – hazlo tú. Yo no puedo vivir en un
mundo en el que no esté Cato. No puedo – digo mientras sigo llorando.
-
Ninguna de las dos quiere seguir viviendo sin el otro –
me confirma y yo asiento entendiéndola – se acabo – sentencia.
Nos miramos, unas miradas firmes que habían tomado una decisión. Vamos a
morir, las dos, aquí y ahora. Sin importar nada más solo dejar de sentir lo que
estamos sintiendo ahora, solo queriendo dejar de sufrir.
-
1, 2 y… - decimos mientras sostenemos ambas unos
cuchillos para clavárnoslos.
-
3 – gritamos las dos.
Te quiero Cato, siempre lo haré.
Hola amores!!
Siento mucho la tardanza, pero aquí tenéis un nuevo capítulo, el último, ya que el próximo será el epílogo. ¿Qué os ha parecido el último capítulo? ¿Os lo esperabais? Espero que os haya gustado y que dejéis vuestros comentarios.
Muchas gracias por leer y comentar.
Besos, María.
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