La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 17
Sigo conteniendo el aliento,
tanto que creo que he dejado de respirar.
-
Es… - vuelve a decir
Cato pero es interrumpido por el timbre.
-
Sé nos acabo el
tiempo – dice Caesar triste - ¿lo averiguaremos en la arena? – pregunta Caesar
a Cato esperanzado.
-
Lo sabréis – contesta
seguro Cato.
Se despide de Caesar y del
público y se acerca caminando hasta donde estoy. Levanta la mirada y se
encuentra con la mía. Nos quedamos allí unos segundos que parecen una
eternidad, mirándonos. Hasta que alguien se interpone en nuestro campo de
visión.
- Soy yo, ¿verdad Cato?
– pregunta Glimmer con voz estridente mientras se cuelga de su cuello para
abrazarle.
Cato no la contesta pero
corresponde a su abrazo. Mientras lo hace su mirada se cruza con la mía.
Glimmer se separa de él y le
planta un casto beso en los labios. Allí delante de mí. Mi mundo se viene abajo
y una lágrima surca mi cara.
No sé qué me pasa pero no
puedo moverme de allí, me quedo quieta intentando asimilar todo lo que acaba de
pasar. Su mirada vuelve a encontrarse con la mía y cuando lo miro salgo
corriendo de allí sin mirar atrás.
Narra
Cato
Mi mirada se cruza con la de
Clove y veo como una lágrima se le escapa surcando su bello rostro. Mi mundo se
viene abajo en cuanto la veo, pero no puedo hacer nada, no puedo. Por más que
quiera correr a buscarla y explicarla todo lo que está pasando, no puedo. Y eso
me mata por dentro.
Me deshago de Glimmer lo más
rápido posible sin levantar sospechas en ella y voy a nuestro apartamento.
Cuando llego la busco en todas partes pero no la encuentro. Subo a la azotea y
allí la encuentro, sentada en el suelo mirando al cielo.
Me acerco sigilosamente a
ello y me quedo un rato observándola, observando su belleza, porque para que
mentir. Es perfecta, hermosa, es mi Clove.
Narra Clove
Siento una respiración en mi
nuca haciendo que se me erice el bello. Seco las lágrimas que aún quedan
surcando mi rostro y me giro para mirar a la persona que tengo tras de mí. Al
hacerlo mi corazón da un vuelco.
Es Cato.
-
¿Qué haces aquí? No
quiero verte – le digo a Cato mientras vuelvo mi mirada al cielo.
-
Sé que no quieres
verme Clove, pero no me eches. Es la última noche – dice Cato mientras se
sienta a mi lado.
-
Por eso mismo quiero
que te vayas Cato, déjame disfrutar de mi última noche en paz y sola – le
contesto de manera tajante.
-
Clove… - sus manos
van a mi rostro haciendo que tenga que girar y mirarle – Lo siento – dice de
manera triste.
-
Creo que es demasiado
tarde para eso Cato – le contesto mientras le aparto mis manos y me levanto.
Mi corazón es un nudo, es un
mar de lágrimas. Quiero salir de aquí, quiero escapar, quiero llorar.
Bajo en ascensor hasta la
planta dos y me dirijo sin mirar atrás a mi habitación. Quiero que este día,
que los próximos días terminen ya, quiero que pasen ya, quiero dejar de sufrir.
Me meto en la ducha para
quitarme todo el maquillaje y productos que me echaron en el pelo. Al salir me
envuelvo en la toalla y me dirijo a mi habitación para colocarme el pijama.
Pero me vuelvo a sorprender y es que está ahí sentado en mi cama.
¿Qué le pasa? ¿No le he
dicho ya que no quiero verle?
-
Cato que… - intento
decir.
Cato levanta la mirada y me
mira, me mira profundamente y me recorre con la mirada. Al darme cuenta de cómo
estoy vestida me pongo roja de la vergüenza. Se levanta de la cama y da unos
pasos hasta llegar a mí.
-
Clove – me llama –
Por favor, no me eches – me suplica.
-
Cato no deberías de
estar aquí – le contesto mientras intento salir, ya que estoy acorralada entre
sus brazos y la pared.
-
Por favor Clove… - me
sigue suplicando – Olvidate de lo de antes – me dice.
-
¿Cómo quieres que me
olvide si la has besado delante de mí? – le reprocho.
-
Me ha besado ella a
mí – me contesta.
-
Pero no te has
apartado – le sigo rebatiendo.
-
Clove, escúchame – me
dice mientras me hace alzar la mirada para que le mire.
Y le miro a los ojos, a esos
ojos azules como el mar que me atrapan y no me dejan escapar.
-
Es la última noche,
déjame estar a tu lado, por favor – me sigue suplicando y veo su mirada aguada
– es el último momento que vamos a poder pasar juntos los dos, tú y yo.
Y ya no puedo negarme y
asiento con la cabeza para decirle que se puede quedar.
Nos miramos a los ojos y es
tan fuerte la atracción que no puedo evitarlo, no podemos evitarlo y sus labios
rozan los míos, en un beso lento y dulce. Le agarro del cuello y le atraigo más
a mí, profundizando el beso y finalmente nos separamos por falta de aire.
Aunque Cato no pierde el tiempo y comienza a besarme el cuello.
Nos volvemos a mirar y veo
duda en sus ojos.
-
Estas… - intenta Cato
decirme.
-
Es la última noche,
aprovechémosla – le contesto mientras sonrío y él me imita.
Coloca una mano sobre mi
cabeza, la otra sigue manteniéndola en mi cintura y me besa. Me besa bruscamente
aprisionándome más a la pared, me besa con intensidad y yo no puedo más que
corresponder a sus acciones.
Sus labios se mueven
ansiosos y me incitan a dejarle paso. Y lo hago, entreabro más mi boca y dejo
que su lengua entre en mi cavidad vocal y juegue con la mía, comenzando así una
guerra, una guerra por ver quién de los dos es más fuerte.
Su mano en la cintura pasa a mi mejilla y después tras mi nuca
intensificando más si es posible el beso. La otra mano baja hasta mi cintura y
de ahí sigue bajando hasta mis piernas, haciendo que alce esta y rodee con ella
su cuerpo.
Vuelve a besarme en el cuello y la mano que esta acariciando mi
pierna pasa a mi culo. Ambas manos bajan a mi culo. Y mis manos siguen
acariciando su torso pero esta vez meto mis manos bajo su camiseta tocando su
piel. Al hacerlo Cato se estremece por el contacto y como consecuencia aprieta
más mi culo. Mis manos siguen subiendo y soy yo esta vez la que comienza a
bajar mis besos por su mentón y acabando en su cuello. Le oigo suspirar con
fuerza. Y finalmente le quito la camiseta, dejando a la vista su tonificado
pecho.
Cato me coge y me eleva haciendo que rodee su cuerpo con mis
piernas. Me lleva en volandas hasta la cama y me suelta delicadamente sobre la
cama. Baja dándome besos por la clavícula, mientras mis manos viajan libremente
por su espalda, por su cuello. Sigue bajando y abre la toalla dejando a la
vista mi cuerpo. Aunque esté en ropa interior no puedo evitar sonrojarme y él
plasma en su cara esa sonrisa ladeada que enamora a cualquiera. Sigue bajando
dejando besos húmedos por mi vientre hasta llegar a la cintura de mi braga.
Después sigue dejando besos por mis piernas. Vuelve hacia arriba para seguir
besándome. Y es cuando aprovecho el momento, ejerzo fuerza y me coloco encima
de él.
Sus manos viajan hasta mis nalgas y se quedan allí, apretando, con
total libertad, mientras me inclino encima de él para besarlo y dejarle marcas
en su cuello. Y comienzo con un pequeño vaivén, de arriba a abajo, intentando
provocarle, cosa que conseguí al sentirle duro allí abajo.
En este instante me quedo observándole, mirando esos preciosos
ojos. Mis manos se dirigen hacia su pantalón, desabrochando su cinturón y el
botón. Cato levanta las caderas un poco para facilitarme la acción y termino
por quitarle el pantalón. Una vez sacado, no puedo evitar suspirar. Vuelvo a
colocarme otra vez encima de él, frotando así nuestras partes íntimas, mientras
apoyo mis manos sobre su pecho.
-
Como… Como sigas así… mmm. No
podré parar – dijo Cato con dificultad.
Y no quería que parara, ahora no y menos pesando en todo lo que
nos va a venir encima, así que dejando a un lado mi vergüenza le muestro una
sonrisa pícara y me levanto de encima de él. Mis manos vuelan hasta la parte de
atrás de mi sujetador y lo desabrocho. De la misma manera coloco mis manos en
mis braguitas y, lenta e intentando provocarle, me las saco. Y de esta manera
quedo completamente desnuda. Sin poder evitarlo me entran unos calores y me
pongo roja de vergüenza, a lo que Cato responde con una risa.
Veo como Cato se levanta quedando sentado, se acerca a mí y me
tira encima de la cama, provocando que soltara un grito. Y no pude evitar
reírme.
Después de eso Cato vuelve a colocarse encima de mí y recorre con
sus manos cada centímetro de mi cuerpo, al mismo tiempo que se encarga de
chupar y morder con delicadeza uno de mis pezones. Poco a poco, va
descendiendo, hasta llegar a mi sexo. Le veo como mete uno de sus dedos a su
boca y sé lo que viene a continuación. Dirige su mano hacia mi entrada y, lentamente
lo introduce. Y no pude evitar soltar un gemido. Mientras sigue bombeando
lentamente su dedo en mi interior, y su lengua juega con mi clítoris. No podía
dejar de retorcerme debajo de las sábanas, las arrugaba con mis puños.
En un momento, comienzo a notar como mis paredes se contraen, como
mi cuerpo se agitaba, como se contraía a la vez que grito su nombre. Aflojo mi
agarre en las sábanas e intento controlar mi respiración después del orgasmo
que me acababa de dar Cato.
Cato estira la mano hasta llegar a la mesita de noche que tiene mi
habitación, al lado de la cama, abre el primer cajón y saca un condón.
-
Qué preparadas están las
habitaciones – le digo como puedo mientras intento controlar mi respiración y
mi nerviosismo. Cato se ríe.
-
¿Estás segura de esto amor? – me
pregunta dulcemente – Si no quieres seguir no pasa nada.
-
Quiero que sigas Cato, quiero que
lo hagas. Quiero que seas tú – le contesto.
-
¿Segura? – me pregunta para
cercionarse.
-
Sólo si tú lo estás – le contesto
mientras sonrío.
Cato me devuelve la sonrisa y me besa apasionadamente.
Le quito de las manos el condón y lo abro cuidadosamente, mientras
Cato se baja los calzoncillos hasta dejarlos reposando sobre el suelo. Intento
ponérselo, pero al estar tan nerviosa y temblando, acaba por ponérselo él. Me
besa en los labios y me vuelve a colocar en la cama bajo él. Y así nos quedamos
durante un rato, besándonos, hasta que Cato entra en mí.
Al principio me dolía mucho, normal, siendo mi primera vez… Por
ese mismo motivo sus embestidas eran lentas y pausadas, hasta que no pude
evitarlo más, ya que mis gemidos y mi forma de seguirle con mis caderas, le
incita a hacerlas bruscas y rápidas. Enredo mis piernas alrededor de sus caderas,
para de esta manera, Cato pudiera tener más acceso. Le clavo mis uñas en la
espalda sin poder evitarlo. Me sigue embistiendo, estaba cerca, ambos lo
estábamos, llegaba el momento de liberarme, de que me hiciera suya, suyo por
primera vez, mi primera vez.
Tras un par de embestidas más, y mientras le besaba y mordía su
cuello, Cato se libera, pero no para aunque podría haberlo hecho. Sabe que yo
aun no he llegado. Con la poca fuerza que le queda, da un par de embestidas más
como las últimas. Fuertes y lentas. Hasta que finalmente siento como mis paredes
vuelve a contraerse y me dejo ir.
Y así después de haber hecho el amor nos quedamos mirándonos a los
ojos, transmitiendo él uno al otro todo lo que estaba sintiendo.
-
Te amo – me dice Cato en un
susurro mientras pega nuestras frentes – No lo olvides nunca.
-
Te amo – le respondo y junto
nuestros labios en un beso lento lleno de sentimientos.
Permanecemos otro rato así hasta que Cato sale de mí. Me sentía
tan suya… tan mío… Al salir, ambos soltamos un suspiro. Me coloca a su lado y
me abraza contra su cuerpo, quedando mi cabeza apoyada sobre su pecho,
sintiendo como su corazón acelerado se calmaba.
-
No sabes, cuanto necesitaba
hacerte mía, sentirte que eras mía – susurra en mi oreja.
Y no puedo evitar soltar una carcajada. Me giro y le miro.
-
Eres mi más bonita casualidad
amor – me dice para después besarme – Recuerda estas palabras Clove – me dice
serio.
-
Está bien Cato, no las olvidaré –
le contesto sin entender nada.
-
Pase lo que pase, veas lo que
veas, no olvides que te amo – me vuelve a decir.
-
Yo también te amo – le contesto.
-
Ahora duérmete preciosa, mañana
va a ser un día muy duro – me dice mientras me coloca en su pecho y me da un
beso en el pelo.
-
Buenas noches amor – le contesto
mientras me giro para mirarle y besarle.
Y así de esta manera, abrazados los dos, desnudos tras las sábanas
de la cama, nos quedamos dormidos. Mientras una sonrisa se forma en nuestras
caras. Una sonrisa sincera, llena de amor. De ese amor que sentimos el uno por
el otro.
Un amor que no sabemos si será nuestra perdición o nuestra
salvación. Un amor confuso, por no saber si es correspondido de la misma manera
o simplemente está jugando conmigo.
Sólo sé que mañana empieza todo, empieza el juego. Y sólo hay dos
opciones.
Huir o matar.
Odiar o amar.
Vivir o morir.
Que empiecen los 76º juegos del hambre.
Y que la suerte, este siempre de nuestra parte.
Hola amores!!!
Aquí os traigo otro nuevo capítulo, el último del año.
Espero que os haya gustado y que me comentéis lo que os ha parecido.
Una vez más, gracias por leer.
Besos, María.
PD: FELIZ AÑO NUEVO A TODOS
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