La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 15
El sonido de la puerta
vuelve a despertarme cómo como siempre desde que estoy en los juegos.
Sinceramente no me apetece mucho levantarme la verdad, además hoy es un día un
poco complicado, porque sí, hoy son las entrevistas. Y hoy puede pasar
cualquier cosa.
Consigo levantarme a duras
penas, me aseo y voy al comedor para desayunar algo. Soy la última en llegar y
en cuanto lo hago Annia nos explica el planning del día. La mañana la tenemos
libre, podemos bajar a la sala de entrenamiento para practicar un poco o
quedarnos en la planta viendo la tele. Por la tarde nos reuniríamos con
nuestros estilistas y su correspondiente equipo para comenzar a prepararnos
para las entrevistas. Y después nos iríamos hacia el plato donde se
desarrollarían.
Como me gusta tener todo
bajo control decido bajar a la sala de entrenamientos, nunca viene mal
practicar de más y sobre todo a sabiendas de donde estaré mañana por la mañana.
Porque sí, mañana pisaré la arena por primera vez y puede, si todo sale como yo
quiero, que no salga de allí. Así que tengo que trabajar duro para conseguir mi
objetivo.
Al acabar el entrenamiento
decidí descansar un poco en mi habitación, me tumbo en la cama y como siempre
me pasa, mi mente o mi cabeza empiezan a darle vueltas a las cosas.
Y la verdad es que entiendo
perfectamente que esté echa un lio, porque cuando las cosas no me cuadran no
dejo de darle vueltas intentando buscar una respuesta o solución. Y por más que
la busque nunca la encuentro. Y me hace sentirme débil, frustrada. No sé cómo
afrontar las cosas, todo lo que ha acontecido, no sé cómo actuar ni que decir.
Y si yo no lo sé, si yo no sé ni siquiera que es lo que quiero… La otra persona
mucho menos.
Es un enigma, un misterio,
que quiero descubrir pero que siempre encuentro una barrera que me impide
acceder a él, y es que es precisamente él quien me pone esos obstáculos.
Primero me odia, luego me quiere, para después volver a odiar. Y así es
siempre, me dice unas cosas pero sus acciones me demuestran todo lo contrario.
Y no solo son sus acciones, sino que su mirada también me lo dice. La mirada,
esa mirada clara y transparente, esa mirada que es el reflejo del alma de las
personas. Su mirada dice muchas cosas aunque intente mostrarme frialdad, y es
que aunque quiera o no, conmigo no puede. Y me desconcierta mucho.
¿Por qué actuará así
conmigo? ¿Qué se le pasa por la cabeza? ¿Qué misterio esconde tras las palabras
que escuche decirle a Brutus? Todo son preguntas, preguntas sin respuesta y que
yo misma no puedo responder, aunque indague, aunque busque, no puedo,
simplemente por el hecho de que tiene que ser él quien me las responda, una a
una, siendo sincero conmigo pero sobre todo consigo mismo. Porque si no lo es
con él, nada se puede hacer.
Yo se que quiero, y para
ello debo pagar un precio muy alto, ¿pero qué sería mi vida sin él? No sería
nada. Sería una vida apagada, gris, triste. No sería feliz, porque para serlo,
él tiene que permanecer en la mía.
Y con tantos y tantos
pensamientos, mi equipo de estilistas, Elron, Alia y Sia, llegan y comienzan a
arreglarme, a ponerme guapa para el Capitolio, me guste o no. Comienzan por
darme una ducha, echándole todo tipo de productos a mi cuerpo y a mi cuero
cabelludo. Mientras me relajo un poco en la bañera comienzan arreglar mis uñas
de las manos y de los pies. Al acabar, salgo de la bañera y me colocan un
albornoz. Y espero allí sentada a que aparezca mi estilista, Cloe.
Cloe me seca el pelo y me
hace un bonito recogido en el pelo, al menos eso me dice ella porque no me deja
verme hasta que esté completamente arreglada. Me maquilla sutilmente, aunque me
marca bien los ojos y los labios. Me coloca el vestido, un vestido precioso y
azul. Al acabar me deja mirarme en el espejo, y cuando lo hago no puedo dejar
de contemplar mi imagen. Ante mi veo una chica a la que no reconozco, una chica
guapa, una chica que no soy yo.
-
Yo… - intento decirle
a Cloe – me encanta pero…
-
¿Pero? – me insiste a
que siga hablando mientras se ríe.
-
No me reconozco – le
digo.
-
Eres hermosa por dentro
y por fuera, solo que no quieres ver el potencial que tienes – me contesta.
-
Gracias – le digo
mientras le abrazo.
Al acabar salgo de la
habitación donde me habían preparado y voy andando hasta la sala donde tenemos que
esperar para salir al plató. Cuando llego allí todos se giran para verme,
porque para ser sincera estoy muy cambiada. ¡Ni siquiera me reconozco yo!
Sigo caminando en busca de
mi equipo y lo encuentro al fondo juntos con los del distrito 1. Veo a los
chicos de espalda hasta que Brutus me señala y se giran todos a verme. Y en ese
instante siento dos miradas penetrantes recorriendo mi cuerpo, sí dos, las de
Marvel y Cato.
Veo como Cato hace un amago
de acercarse a mí pero es Marvel quien se adelanta. Se acerca a mí y me abraza.
-
Estás preciosa – me dice.
-
Gracias – le contesto
mientras me sonrojo.
Nos ponemos todos en grupo a
esperar hasta que empieza Glimmer quien lleva un vestido casi transparente y
quien no se ha separado del brazo de Cato.
Y luego esta él, Cato. Lleva
un traje azulino que le queda como un guante y le hace resaltar sus ojos
azules. La verdad es que está guapo a rabiar. Otro dato importante es que no ha
apartado su mirada de la mía en ningún momento.
Llega el momento de la
entrevista de Marvel, quien se despide de mí con un beso en la mejilla. Cruza
el plató y se sienta en la silla que le ofrece Caesar, el presentador del
programa. Hacen unas bromas al principio y después comienzan a entrar en temas
más serios.
-
¿Crees qué vas a
ganar estos juegos Marvel? – le pregunta Caesar.
-
Sin duda alguna, soy
el mejor – dice Marvel.
-
Nos ha contado un
pajarito que te gusta alguien ¿es así? – vuelve a preguntar Caesar.
-
Así es – contesta Marvel.
-
¿Y quién es la
afortunada? – sigue preguntando.
-
Alguien bastante
cerca a mí – dice.
-
¿Eso quiere decir que
está aquí no? – sigue preguntando para indagar.
-
Sí – contesta rápidamente.
-
Descríbenos un poco
de ella – le invita a hablar.
- Es fantástica, no es
la típica chica tímida a la que hay que cuidar, es fuerte y valiente, con un
gran carácter. Y eso es lo que más me gusta de ella – dice.
De repente suena un timbre indicándonos
que el tiempo había acabado.
- El tiempo se nos ha
acabado, encantado de conocerte Marvel, espero que tengas suerte – dice Caesar.
-
Gracias, adiós
Capitolio – grita Marvel antes de salir del plató.
-
Damas y caballeros,
tenemos tarea para resolver ¿quién será la chica misteriosa que ha conquistado
el corazón de este joven? ¡Hagan sus apuestas!
La gente aplaude
enloquecida, como si quisieran ser esa persona, esa chica.
Y ahora me toca a mí, pero
estoy paralizada. Lo estoy por el simple hecho de que sé perfectamente quien es
esa chica. Soy yo, ha dicho a todo Panem que le gusto. Estoy tan sorprendida
que ni me entero cuando alguien se acerca a mí.
-
Estas hermosa, aunque
para mí siempre lo estás – me dice Cato mientras me da un beso en el cuello –
lo harás bien – me sigue diciendo y esta vez me planta un beso en la comisura
de mis labios volviendo como siempre ha descolocarme.
Estoy tan aturdida que mis
pies no son capaces de responder, estoy a un paso de salir y todo lo que tenía
en mente para la entrevista se había ido por completo de mi cabeza.
-
Demos un caluroso
aplauso para la encantadora Clove Kentweel, distrito 2 – grita Caesar mientras
la gente aplaude.
Y ahí es cuando salgo de mi
letargo en el que me había sumido completamente intentando pensar en lo que
tengo que decir y en cómo actuar. Mientras tanto millones de ojos se posan
sobre mí haciendo sentir incomoda. Aunque solo unos son los que verdaderamente
me importan, esos ojos azules que me observan desde el lateral del plató.
Quieto y expectante por saber qué es lo que voy a decir.
Hola amores!!!
No me maten, por favor. Siento mucho la tardanza, pero aquí estoy con un nuevo capítulo. La verdad es que no he estado muy inspirada con esta novela últimamente, por eso no he subido, pero espero que poco a poco vuelva a coger ganas e ilusión para seguir con ello.
Espero que os haya gustado y que comentéis.
Gracias por la espera y por leer.
Besos, María.
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