La verdadera historia de Cato y Clove - Capítulo 2
Capítulo 2: Mis ojos se van cerrando con cada acercamiento de Cato. Espero nerviosa, si estoy nerviosa porque mis piernas están temblando, a que llegue el beso. Pasa unos minutos o segundos no lo sé exactamente cuándo abro los ojos y le veo ahí parado a unos metros de mí, con esa sonrisa burlona. Entonces me doy cuenta de todo. - Ja, ja, ja – se ríe Cato. - ¿De qué te ríes imbécil? – le digo empezándome a cabrear. - ¿Creías que iba a besarte? Ja, ja, ja – me dice – solo en tus sueños te besaría niña. A demás de que no vales nada, nadie en su sano juicio querría estar contigo, eres poca cosa, una cría, no eres una mujer. Y ahí es la gota que colma el vaso, me pongo furiosa, me acerco a él y le grito furiosa: - ¡No vuelvas a acercarte a mí me oyes! Y sin más miramientos le doy una cachetada que por lo menos le quedará la marca roja durante un buen ra